¿Qué es un ambiente obesogénico?
En los últimos tiempos no dejan de verse advertencias a la población y consejos como llevar una vida sana, realizar actividad física, o mantener una buena alimentación.
Sin embargo, esto choca frontalmente con la publicidad que se emite en radios y televisiones, los carteles publicitarios de marquesinas de transporte público, las superficies destinadas en los centros comerciales a productos ultraprocesados y llenos de azúcares y grasas.
Y si a todo esto le añadimos las «costumbres sociales» y las reuniones familiares y celebraciones diversas (y lo que en ellas se consume), tenemos como resultado lo que conocemos como «Ambiente obesogénico«.
Factores externos que promueven el ambiente obesogénico
Debido a unas causas u otras, existen una serie de factores que sumándolos nos da como resultado esta terrible y silenciosa epidemia que está minando la salud de la población en general, sin hacer distinción de sexo, edad o raza. Los factores más importantes y respetables que contribuyen a esto son:
La increíble oferta de comida basura
En la sociedad moderna, el acceso a la comida basura y poco nutritiva es increíblemente fácil y, para nuestra desgracia, más barata.
Mucho se ha hablado y cuestionado el por qué el acceso a esta comida es tan barato, y quizás la respuesta sean los ingredientes utilizados para realizar este tipo de productos, que hacen que se abaraten los costes y sea más barato comprar un paquete de 6 donuts que un kilo de manzanas.
La escasa actividad física que realiza la población
Bien por falta de tiempo, bien por pereza… El caso es que la población cada vez realiza menos actividad física, ya sean niños o adultos.
En el caso de los adultos podría ponerse como excusa el frenético ritmo de vida que llevan y sus horarios de trabajo de jornadas interminables. Vamos a intentar creernos esto… Pero, ¿y los niños? ¿Por qué cada vez realizan menos ejercicio y aumentan los índices de obesidad infantil y enfermedades?
La explicación podría ser la falta de educación por parte de los padres a sus hijos para que realicen ejercicio físico en lugar de pasar horas y horas sentados frente al televisor/consola. Lo que es seguro, es que todo son excusas…
Falta de interés de la administración pública
La administración pública, a través de todos sus organismos, se supone que es la encargada de velar por la salud de las personas, pero en lugar de esto, lo único que hace es fomentar un modelo obesogénico que cada día va a peor.
Campañas de publicidad en las que se anuncian productos ultraprocesados con un cartel de «se recomienda realizar actividad física» o de «bebe con moderación, es tu responsabilidad», escasa o ninguna regulación de la publicidad y difusión en cuanto a lo relacionado con las bebidas alcohólicas, continuas ofertas 3×2 de productos ultraprocesados, dulces, etc…
Nada de lo que hace la administración pública está destinado a frenar esta terrible epidemia, y un ejemplo es el famoso Código PAOS que supuestamente está diseñado para regular la publicidad que reciben los más pequeños (cosa que, al ser voluntaria la participación en él, pocas veces se cumple).
Por desgracia, cuando tenemos algún compromiso social como pueden ser cumpleaños, cenas de trabajo o similares, rara es la vez que alguien pide una ensalada o pollo a la plancha o verdura.
Esto es así por el motivo de la falta de oferta por parte de los restaurantes de comida «saludable» (aunque por suerte este es uno de los pocos puntos que parece empezar a ver alguna solución en forma de platos saludables).
Gracias al modelo obesogénico que se ha ido creando, buscar un menú o platos saludables cuando acudimos a algún compromiso de estos hace que seamos vistos como «bichos raros» o que escuchemos frases como «venga hombre, deja ya la dieta, que por un día no pasa nada».
La lucha contra el modelo obesogénico
En España, por desgracia, las cifras que maneja el modelo obesogénico son para echarse a temblar, y el futuro no augura ninguna mejoría a corto-medio plazo, ya que cada día aumenta el bombardeo publicitario y las campañas orientadas a los niños (la población más manipulable y maleable) con el fin de que aumente aún más la venta de esos productos.
Otro punto que va en contra nuestra es la proliferación de ofertas tipo 3×2 en productos como pizzas, bollería, dulces, etc… en lugar de tener ofertas en fruta o verdura.
Aún así, y a pesar de que está más que demostrado su perjuicio, la gente prefiere comprar estos productos en lugar de frutas, verduras y alimentos de verdad.
Por suerte, y a pesar de las dificultades existentes y de la permanencia a día de hoy de mitos alimentarios que los profesionales se han cansado ya de desmentir, en España podemos presumir de tener un amplio abanico de magníficos profesionales (Juan Revenga, Julio Basulto, Víctor Reyes…) que están haciendo lo imposible por acabar con esta epidemia que está causando estragos en la población española (especialmente en la infantil).
Sin embargo, en nuestra mano está acabar con este ambiente, pues si a pesar del esfuerzo de nuestros profesionales, seguimos sucumbiendo a las ofertas de donuts, chocolates, alimentos ultraprocesados… No vamos a lograr nada.
La importancia de la «educación nutricional»
Es importante promover una correcta educación nutricional, en especial para los más pequeños ya que su salud futura vendrá marcada por lo que coman ahora (la educación para los adultos es igualmente importante).
Para ello, un buen comienzo sería educarles e informarles de los peligros de los alimentos ultraprocesados, de los dulces, de la bollería… y por supuesto no comprarlos y tenerlos en la despensa.
Debemos fomentar el consumo de frutas y verduras principalmente desterrar para siempre mitos relacionados con el consumo de ciertos alimentos.
Reflexión final y opinión personal
La situación actual es altamente preocupante. Las cifras de sobrepeso y obesidad entre la población infantil no dejan de aumentar.
Cada día hay más anuncios, ofertas y publicidad de productos ultraprocesados, bollería, dulces… Y cuando nos queremos dar cuenta, ya es tarde: nuestros niños tienen sobrepeso, diabetes, aislamiento social… y nos llevamos las manos a la cabeza.
¿Por qué seguimos comprando productos insanos por muy en oferta que estén? ¿Por qué no pensamos en lo que eso significa para nuestra salud?
Como profesional, cada día me desespero un poco más cada vez que abro cualquier red social y empiezo a ver las noticias con la cantidad de burradas y, perdón por la expresión, gilipolleces que se dicen incluso por parte de supuestos «profesionales».
¿Y por qué me siento así? Pues sencillamente porque luego a nosotros nos cuesta muchísimo convencer a las personas de que esa noticia que han leído no es cierta, o que eso que están diciendo en la tele (ahora que están tan de moda programas en los que un conocido cocinero trata temas de nutrición) son mitos absurdos…
En definitiva, y por desgracia, tenemos aquello que merecemos: un ambiente obesogénico y un futuro muy, muy negro. O empezamos a cambiar la forma de llenar los carros de la compra, o mal vamos.