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Un dia de récord: El relato de un powerlifter

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El récord de un powerlifter

Un día de récord, relato de un powerlifter

 

Historia de récord

Solo me faltan 30 minutos para salir de trabajar, si trabajar, ya se que soy un afortunado, un poco triste tener que decir esto pero es lo que se viene diciendo en estos casos. Me encuentro ansioso, tembloroso, expectante lleno de emociones. Anoche a eso de las 22.30h me fui a contar ovejas, la idea era dormir mucho y bien para estar hoy al 100% pero claro, todo no puede ser tan sencillo y casi nunca las cosas salen como uno desea. A trancas y barrancas, obligándome dormir, machacándome, perforándome la cabeza, suplicando una parte de mi ser a la otra tienes que dormir, tienes que descansar, sumado a no estar muy cansado pues el resultado correspondiente no a sido el esperado y finalmente e dormido menos de lo que lo que lo hace un elefante en la sabana, cosas de la mente que todavía no entiendo, pero bueno, que mas da si e llegado a ir al templo lesionado, hecho un cuadro y no me fue mal del todo ¿no? Además hoy es diferente, es un día de récord.

Nueva marca en peso muerto

Hoy me toca sacar una nueva marca personal en peso muerto, una marca que llevo persiguiendo durante los últimos meses así que según mi experiencia es hora de meter la cafeína al organismo para que me haga efecto en el momento adecuado y conseguir el récord. Salgo de mi garita donde estoy 9 horas de mi maravillosa e intrépida vida, me dirijo hacia el coche, rojo pasión, claro y de el maletero cojo un bote, situado este en el bolsillo lateral izquierdo de mi bolsa mugrienta de deporte, pastilla y media en mano y al buche. Ya estoy listo, creo, me meto en el coche, arranco y salgo zumbando leches. A medida que me voy acercando a mi destino ya voy notando los efectos de la sustancia ingerida, pulsaciones algo mas altas, calor corporal al alza, la verdad es que la música que llevo ayuda bastante y todo hace un cóctel muy excitante.

Aparco en el parking subterráneo, cojo la mugrienta al hombro y ya escucho temblores de tierra en el techo, es gente del gimnasio tirando las mancuernas al suelo, claro indicativo de que son pesadas o de que quieren hacer parecer que lo son aún siendo estas de 12kg, cosas de algunos hombres espejo, pero para mi todo esto esta bien ya que crea el clima idóneo para entrar en materia.

En el gimnasio

Ya en el vestuario, con camiseta y malla ceñida, cojo mis utensilios para los cuales me faltan manos y con paso firme bajo las escaleras por las cuales accedo a la zona de cardio. Aquí estoy mas bien poco, unos 3 minutos, lo justo para pegar 4 pedaleadas en una bici y calentar así mis cansadas, depiladas y largas patas. Ya es la hora, ya me toca, es el momento y no hay marcha atrás.

A medida que entro en la sala de musculación siento de nuevo que mis pulsaciones se aceleran, ya no es que sean algo mas altas, ahora estoy en un principio de taquicardia. Cojo una barra le pongo un disco grande a cada lado y la dejo en el suelo, serie tras serie kg tras kilo concentrado me hago la misma pregunta una y otra vez, igual que en otras ocasiones ¿Que tal estoy hoy? Siento que los kg pesan mas de lo habitual, es una sensación que siempre tengo en días de máximo esfuerzo, es como si la mente ya me este queriendo demostrar que lo que voy a hacer va a ser muy duro y pesado y que mejor no hacerlo.

La autodeterminación

Me auto convenzo de que los kg siguen siendo kg y de que hoy estoy grandioso, mas que nunca, ahuyentando así al coco de esas sensaciones irreales e ingenuas. Ya estoy caliente y me e aproximado al peso final, miro fijamente a la barra desde la distancia, respiro fuerte unas cuantas veces, pienso que soy fuerte que ese peso no es nada para mí, podría levantar 20kg más a cada lado en ese momento, mis pulsaciones se elevan a 140, mis pelos se ponen de punta, doy una palmada sonante y me acerco rápido a la barra, violentamente, como si fuera mi mayor enemigo, meto dos sacudidas, digo en voz alta dos palabras, vamos, va, se hace el silencio completo, todo el mundo de alrededor observa mi momento, eso me da un plus de energía, yo no les veo pero presiento sus miradas fijas en mi, tiro con todo empujando con las piernas con la bestia que llevo dentro, la barra sube muy lentamente, mi compañero de fatigas grita, ¡vamos! ¡vamos! Como si le fuera la vida en ello, la barra sigue subiendo y no se para, bueno si, arriba del todo, cuando ya e completado el movimiento.

El éxito del poder

Me quedo un rato arriba pensando, lo e hecho, si de verdad lo he realizado con éxito, es una sensación de incredulidad mezclada con la de ¡toma ya! la barra cae con velocidad, son las prisas por celebrarlo creando un ruido atronador 10 veces o mas al que antes esa gente creaba con sus mancuernas pequeñas rebotando en el suelo con chulería, las cuales se encuentran en este mismo instante en el suelo observando también mi pequeña hazaña, el gimnasio se tambalea, yo brinco de felicidad, el compañero me dice que bien, que ya esta, alguno que andaba por hay me felicita y me elogia, yo levantó los brazos con rabia quitándome toda la presión y la tensión que tenia, se acabó, otro entrenamiento hecho, mañana será otro día.